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- Xochicuicani
- Maestro en Arte Moderno y Contemporáneo, músico, poeta y loco; ingeniero en acústica, metrólogo.
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sábado, 8 de mayo de 2010
Olmecas y Teotihuacanos: un acercamiento a través de su arte.
Las culturas prehispánicas se desarrollaron aproximadamente desde 1500 a. C. Estas culturas tienen elementos comunes y tradiciones que fueron evolucionando debido al sincretismo y la asimilación entre ellas. Algunas culturas tuvieron un largo proceso de desarrollo, mientras que otras llegaron a su esplendor y decadencia en relativamente poco tiempo.
Resulta imposible tratar de interpretar el arte y la intención de las culturas prehispánicas con los ojos occidentales que hemos heredado de los europeos. El concepto de la otredad sigue dando vueltas en nuestras mentes y aún se sigue viendo a las culturas prehispánicas desde lejos.
El desarrollo que alcanzaron las culturas prehispánicas es impresionante: desde lo útil hasta lo trascendente.
El punto de partida será, pues, la cultura Olmeca (del náhuatl Olli Mecatl, “habitantes del país del hule”, también conocidos como Telocenome, “la boca del tigre”), cuyo arte se ha interpretado como realizado con fines sociales y religiosos (esto es característico en casi todas las culturas mesoamericanas). Se considera que la cultura olmeca influyó en la gran mayoría de las culturas de Mesoamérica, espiritualmente.
Los rasgos raciales que plasmaron en su obra puede dar una idea de su aspecto, aunque tal vez sólo pudo haber sido la concepción de belleza que ellos pretendían demostrar. En realidad no se sabe mucho acerca de su fisonomía ni del lenguaje que hablaban. Representan básicamente rasgos negroides, idealizados con el dios jaguar, que es común denominador de la obra olmeca, sin embargo, se ha encontrado también que usaban otros animales dentro de sus representaciones zoomorfas, como el águila, el caimán, el sapo y la serpiente.
Los artistas olmecas realizaron desde imponentes obras monumentales hasta figurillas de piedra verde con rasgos característicos aunque diferentes entre sí. Las esculturas olmecas tienen rasgos comunes y parecidos, y sin embargo muestran ya una insinuación de individualidad. Hasta la fecha sigue sorprendiendo la maestría con que realizaron la devastación de las piedras basálticas (como en las cabezas colosales) y los jades, y aún es un misterio saber qué herramientas utilizaron.
Una de las características del arte olmeca, es el uso de formas cerradas, es decir, que la pieza puede ser envuelta virtualmente en una forma geométrica, tal como un círculo o un triángulo. Otro rasgo que también sobresale y se va a heredar a otras culturas, es el uso de las narigueras.
La idea de la pirámide, la plaza, el juego de pelota, todo parte de la ciudad olmeca. En este sentido, La Venta es el prototipo de ciudad mesoamericana.
La escultura teotihucana, por su parte, también presenta figuras hieráticas y a veces repetitivas. Sin embargo, estos no alcanzaron la grandiosidad olmeca. Por ejemplo, la escultura de la Diosa Chalchiuhtlicue está construida sobre bloques, con una estructura geométrica y de apariencia pesada. Debido a la hendidura que presenta en la cabeza, parece evocar las obras olmecas, pero su geometría “cubista” no guarda relación con las formas de aquellos.
Teotihuacán se desarrolla a partir del 200 a. C. y alcanza su período de esplendor entre el 350 y el 650 d. C. Se creé que en esta segunda etapa fueron influenciados en gran medida por los olmecas. La cultura teotihuacana va a influir, a su vez, de manera decisiva en las que surgieron posteriormente, por ejemplo, los Toltecas y los Mexicas. Se creé que los teotihuacanos fueron de filiación nuahatlaca, aunque en realidad, como es con los olmecas, se desconoce su raza.
Si se comparan, por ejemplo, con la ofrenda 4 de la Venta, realizadas en jade, se encontrará una insinuación de la individualidad de cada una de las figuras. Todas hieráticas, con rasgos comunes y a la vez tan diferentes entre sí. Las figuras de arcilla de Teotihuacán, mantienen un anonimato en su personalidad. Se piensa que usaban una técnica como la que se usa para la elaboración de galletas, creando una pasta delgada y cortándola por medio de moldes. Los adornos se agregaban por pastillaje.
Los teotihuacanos aprendieron a trabajar la piedra verde. Como ya se ha mencionado, no alcanzan la perfección a la que solo los olemecas llegarían. Mientras estos trabajan la forma cerrada, las figuras de aquellos son formas abiertas. Es posible encontrar figuras humanas con orejeras y tocado removible.
Los olmecas representaron figuras de niños. Los rasgos asiáticos, las bocas curveadas, los tocados, todo esto característico de esta cultura. Los teotihuacanos representaron, en cambio, figuras masculinas y femeninas, sacerdotes, tanto en arcilla como en piedra verde. Muchas, como se ha dicho, sin rasgos de indivualidad. Imágenes como el dios Xipe, o ancianos como Huehuetéotl.
Otro rasgo en común es el uso de las máscaras. Las máscaras mortuorias olmecas muestran esa falta de individualidad de la que tanto se ha hablado. Igual que en Teotihuacán, no todas las máscaras se colocaban en el rostro. Las máscaras teotihuacanas eran más estilizadas, creadas con la técnica del pastillaje y el estuco. Algunas máscaras de Teotihuacán presentan formas cerradas. Hay investigadores que piensan que tal vez debieron estar unidas a soportes perecederos para formar grandes conjuntos que podían ser vestidos y venerados. No muestran ser ni masculinos ni femeninos, ni jóvenes ni ancianos. Otra semejanza con los olmecas es el uso de narigueras. Eso tal vez indicaba a una persona de alto rango.
Otra de las pinturas, en Oxtotitlán, representa a un señor olmeca vestido con una indumentaria de pájaro verde. Cual si se tratara de una radiografía, es posible apreciar el rostro y los miembros. Mary Ellen Miller comenta que “si bien la paleta de colores de estas primeras pinturas era amplia, destacando los verdes y rojos brillantes, también se han encontrado pinturas en blanco y negro.”
Muchas pinturas murales tienen una dimensión didáctica y parecen instituir a quienes las observan en el modo de comportarse apropiadamente y , en especial, en el de realizar sacrificios. Algo de llamar la atención es que en algunas representan al dios Jaguar atrapado en una red.
Uno de los murales más interesantes es el Tlalocan, que representa el paraíso de Tláloc. Allí se muestra a las almas que fallecieron ahogadas o por consecuencia del agua.
Hasta aquí se ha comparado a dos culturas, disímiles y cercanas al mismo tiempo. Dos culturas que influenciaron sobremanera y en su momento histórico a casi toda Mesoamérica. Dos culturas de las que se ignora de dónde vienen y la razón de su decadencia.
Se cree que la sobreexplotación de los recursos naturales, la lluvia constante y las crisis de agua potable, aceleraron la decadencia de Teotihuacán. Se piensa también que se pudo haber roto el pacto entre gobernantes y gobernados, tal vez debido a las marcados diferencias sociales o tal vez a la devastación causada por los pueblos chichimecas.
En el caso de los olmecas se desconocen las razones que debilitaron y hundieron su cultura. No se conocen sus costumbres, y solo se puede elucubrar a partir de su arte. Otro punto común entre ambas culturas.
George L. Cowgill se pregunta, a pesar de todo lo que ya sabemos sobre Teotihuacán, qué nos resta aún por conocer, y se contesta: ¡Todo! “No hay ningún tema importante sobre Teotihuacán acerca del cual no quisiéramos saber mucho más.” Esta reflexión es válida también para los olmecas.
REFERENCIAS.
· Miller, Mary Ellen. “El Arte en Mesoamérica”. Capítulo II y IV. Ed. Destino.1999, España. Pags. 17-36 y 67-83.
Los siguientes artículos se pueden encontrar en http://www.arqueomex.com/S8N3ArtLineaEsp.html
· Klein, Cecilia F. (2004) “La Iconografía y el Arte Mesoamericano”. En Arqueología Mexicana, México, 2004, X, 55, 28-35
· Cowgill, George L. (2004) “Teotihuacán ciudad de los misterios”. En Arqueología Mexicana, México, 2004, XI, 64,20-26
· De la Fuente, Beatriz (2004) “La vejez en el arte de Mesoamérica”. En Arqueología Mexicana, México, 2004, X no. 60, 38-45.

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