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Xochicuicani
Maestro en Arte Moderno y Contemporáneo, músico, poeta y loco; ingeniero en acústica, metrólogo.
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domingo, 14 de noviembre de 2010

El Muralismo y la construcción de la identidad mexicana

Hablar del Movimiento Mural es tocar una de las páginas más importantes, no sólo de la Historia de México, sino del Arte Universal. Es parte fundamental de la construcción de la identidad mexicana a partir de la Revolución de 1910, identidad que no ha dejado de buscarse, prácticamente desde la misma conquista española.

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Fig. 1 Tlalocan. Detalle. Teotihuacan

En la Nueva España, surgió un arte que unió elementos españoles y autóctonos, dando como resultado, expresiones originales que contienen, en cierta medida, una lucha de contrarios y al mismo tiempo, un equilibrio único. Por otro lado, las modas europeas se mezclaron con esa búsqueda de identidad ya mencionada, también en el México independiente. El pensamiento, a veces europeo, a veces nacionalista, es la base para la creación de obras de arte que se insertan en la construcción del imaginario nacionalista, de una identidad matizada por contrastes, mismos que estarán también presentes en uno de los movimientos artísticos más importantes del siglo XX.
Podemos situar el inicio del muralismo desde la época prehispánica. Las culturas antiguas adornaban sus ciudades con murales cuyos fines eran religiosos, más que estéticos, mucho más allá de la fruición del espectador. Se cree que Teotihuacan estaba completamente adornada por pinturas murales que mostraban la cosmovisión de este pueblo. Se han conservado algunos frescos como el Tlalocan, el paraíso de Tlaloc.

Por supuesto que durante muchos años, todas estas aportaciones fueron olvidadas y rezagadas por tratar de hacer un arte que fuera aceptado tanto en nuestro país como en Europa. Esta situación perduraría durante los gobiernos del México independiente, pero se acrecentó cuando Porfirio Díaz impuso las modas francesas durante su gobierno. Esto traería artistas que, por un lado, explotarían estas modas, y por otro, buscarían crear un arte verdaderamente mexicano, tratando de inculcar al pueblo las raíces de la Nación.

Gracias al Dr. Atl, la paleta de los artistas mexicanos se adecuó a las nuevas corrientes europeas, sobre todo, al impresionismo, pero tratando de crear un arte basado en lo propio, con los colores que denoten lo mexicano. Surgió entonces la idea de realizar un mural en la Escuela Nacional Preparatoria, en el que participaría un joven José Clemente Orozco. Sin embargo, en 1910, con el inicio del movimiento armado, el sueño se quedó guardado por un tiempo.

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Fig. 2. Dr. Atl. Puesta de Sol.

Con la llegada de los gobiernos revolucionarios, surge el nombre de uno de los más grandes impulsores de la educación y la cultura en México: José Vasconcelos. Vasconcelos tenía la visión de crear un nuevo tipo de hombre, basado en los preceptos revolucionarios, pero que mirara su pasado glorioso Azteca. Surge entonces la identidad postrevolucionaria.

Por esos días, en los albores de los años veinte, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros se encontraban en Europa, aprendiendo y asimilando el arte de Vanguardia, que se realizaba en ese momento. Diego era bien conocido dentro del círculo de los cubistas, al lado de personalidades tan importantes como Pablo Picasso, entre otros.

Rivera y Siqueiros tuvieron oportunidad de platicar y empezar a imaginar la creación de un movimiento artístico en México, un arte monumental, basado en las raíces del pasado indígena; un arte de grandes proporciones que pudiera además, ser admirado por las clases trabajadoras, obreros y campesinos. Un arte de contenido ideológico, que tuviera como base al hombre, libre e independiente: al hombre revolucionario.

Por ello, cuando Rivera volvió a México, por instancias de Vasconcelos, ya traía la semilla que germinaría en el arte de Vanguardia mexicano, que aportaría obras importantes al Arte Universal.

De esta manera, Diego Rivera regresó a nuestro país, y se le asignó la consigna de pintar un mural en la Escuela Nacional Preparatoria, justo donde el movimiento pudohaber iniciado por Orozco, una década antes.

El movimiento mural, llamado también la Escuela Mexicana de Pintura, tuvo como principales exponentes a Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Por supuesto que hubo otros artistas de la vanguardia mexicana que participaron con sus aportaciones, como Fermín Revueltas, Jean Charlotte, Pablo O’Higgings, González Camarena y Juan O’Gormann, entre otros.

Cada uno de los miembros del Movimiento Mural tenía personalidades y estilos completamente distintos.

La pintura mural se destaca por su contenido ideológico; una pintura monumental, es decir, de grandes proporciones, que tiene como ideas principales al hombre como centro del universo; el hombre trabajador: el campesino, el obrero, el soldado (pero el de bajo rango, no el privilegiado), quienes son lo verdaderos artífices de la Revolución Mexicana. Ellos conforman la base ideológica de esta lucha armada, como una especie de Nueva Santísima Trinidad. El reparto de tierras, salarios justos, mejores condiciones laborales. Todo esto tiene que servir al pueblo para educarlo en los ideales revolucionarios, es decir, la creación de una pintura que vaya más allá de lo bello y el placer de observarlo, que muestre a la gente el por qué de la lucha armada y de la muerte de tantos. Es decir, convertirse en el modelo ideológico de la construcción de la identidad mexicana.

La pintura de Diego Rivera se caracteriza por el uso de colores brillantes, una inclinación a llenar todo espacio y no dejar nada vacío, como en un nuevo tipo de pintura Barroca, recargada en imágenes. Siempre pintaba personajes históricos, vivos o muertos, haciendo alarde de sus conocimientos en la Historia del Arte, tomando elementos clásicos, barrocos o renacentistas, pero amoldándolos a la idiosincrasia mexicana. Siempre atento a sus ideas revolucionarias, a sus ideales comunistas y marxistas.

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Fig. 3 Diego Rivera. Cultura Totonaca. Panel 6. Palacio Nacional

Dibujaba indígenas felices, que son la base de la Gran Cultura Mexicana, los forjadores de nuestra historia. Para Rivera, el color es sumamente importante, su pintura está muy influenciada por su formación artística europea, pero de manera disfrazada, mezclada con elementos meramente mexicanos.

José Clemente Orozco, en cambio, es austero en colores. Prefiere los ocres (colores oscuros; cafés, rojos, naranjas, negros). Una pintura mucho más filosófica. Orozco plantea preguntas que no resuelve y es más cercano al expresionismo alemán, que se gestó en la primera década del siglo XX. Orozco es sarcástico, se cuestiona los ideales revolucionarios, los confronta. A su vez, critica a las instituciones, a la Modernidad. Pinta a los indígenas en su real situación (que no ha cambiado mucho). Para Orozco, el indígena de su momento, no es el de sus antepasados gloriosos. Hoy es perezoso, ladino. Pero lo hace con la idea de que el espectador realmente se confronte consigo mismo con la sociedad que le toca vivir. Se enfrenta también con la religión. Para él, ésta es la causa de las guerras, de la verdadera devastación de la humanidad, todo esto como consecuencia (y como cómplice) de la Modernidad.

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Fig. 4. José Clemente Orozco. Cortés y la Malinche. Escuela Nacional Preparatoria

La pintura de Siqueiros también contiene fuerte carga ideológica. Es capaz de vestir a Cuauhtémoc con la armadura de Hernán Cortés. Siqueiros está interesado en el espacio donde pinta. La obra se hace parte de éste, lo asimila, lo toma. Es el más innovador y experimentador de los tres. Trabaja técnicas pictóricas nuevas, se inventa, se renueva. Está cerca del Futurismo Italiano, donde toma en cuenta los grandes avances tecnológicos como las grandes aportaciones de la humanidad. Busca el movimiento en su obra, pero también con una fuerte impresión de las emociones. Militar en la Revolución Mexicana y en la Guerra Civil Española, es llamado por Orozco, en forma de burla, “El Coronelazo”, mote que le gusta e inspira una de sus obras más importantes, donde su idea de movimiento e ideología, se ve reflejado en la mano que quisiera salir de la pintura, pero encuentra ahí su propio límite. También militante político, es encarcelado por participar en el atentado contra León Trotsky, líder comunista refugiado en México. Su pintura está llena de vida y de emoción. Siendo también teórico, escribe, entre otras cosas, el Manifiesto del Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Mexicanos, mismo que serviría de guía ideológica para el Movimiento Mural. Sus temas incluyen escenas de la Conquista de México, ideales Revolucionarios con tendencia comunista, siempre con el fin de inspirar a las clases bajas.

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    Fig. 5. David Alfaro Siqueiros. El Coronelazo. Museo Nacional de Arte.

El Movimiento mural sirvió de base para la construcción de la identidad mexicana postrevolucionaria. Se fundó en los preceptos e ideales que trajo consigo la Revolución Mexicana, pero, a su vez, se nutrió, de forma discreta, de los movimientos de vanguardia europeos, de la ideología marxista-comunista, de las ideas de libertad a través de la repartición equitativa de la riqueza, de una educación para todos.

Pronto se convirtió en el arte oficial, el arte de los gobiernos post-revolucionarios, del Palacio de Bellas Artes, de las Secretarías de Estado. El Muralismo fue perdiendo terreno ante las nuevas ideologías y estilos que empezaban a darse en México, que ponían en tela de juicio las ideas de la Escuela Mexicana de Pintura. Ésta envejecía junto con sus exponentes. Aún cuando Siqueiros afirmara “No hay más ruta que la nuestra”, el Movimiento Mural ya no correspondía al momento social y artístico del país.

Aunque, como se ha comentado, la búsqueda de la identidad en México, no inicia desde la Revolución, sino que se fue gestando desde la Nueva España, y luego en el México independiente, que buscaba insertarse en el banquete de la Modernidad. Después de la lucha armada de 1910, el Muralismo participó en la construcción de la identidad mexicana, esto a partir de los ideales revolucionarios y los gobiernos que de ahí surgieron, auspiciado por la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional de Bellas Artes. Esta identidad que, en más de una forma, se ha ido modificando en función de los intereses de cada nuevo gobierno, más ahora que los preceptos de educación y conciencia social se han convertido en palabras y demagogias, haciendo que todas las obras creadas en la época del Movimiento Mural, sean simples datos curiosos de un México que ya no existe, piezas obsoletas que guardan su carga ideológica para aquellos que realmente tengan intención de comprender.

En uno de los más memorables Murales de Orozco, Cristo destruye su cruz, pero no sólo eso, sino todo aquello que guarda una relación con la Modernidad, las Instituciones caducas, la educación envejecida, sin sentido, todo lo que ha llevado a la guerra y la destrucción de la propia humanidad.

Hoy, esa identidad, idealizada, deja de ser lo que en su momento se construía. Esa “Raza Cósmica” que Vasconcelos buscaba, se ha diluido junto con su inspirador. Hoy, Diego Rivera es solo “el esposo” de Frida Kahlo, debido a fenómenos más bien mediáticos y de mercado. Los nuevos gobiernos se han sumido en la falta de identidad y valoración de la cultura que este país ha proporcionado. Los ideales revolucionarios, los del campesino, el obrero y el soldado, se han deformado a la par que la carga ideológica de aquellos que movieron conciencias con el Muralismo y otros movimientos pictóricos y literarios. Hoy que México cuenta con una fuerte tasa de pobreza extrema y analfabetismo; desigualdad social muy marcada, justo lo que pretendía desmantelar la Revolución Mexicana.

Estos nuevos gobiernos no apuestan por la educación; esto se puede ver cuando se está por aprobar un presupuesto donde lo más golpeado es el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Instituto Mexicano de Cinematografía, es decir la cultura en general. No existe el mínimo interés de fomentar un país que lea, que se informe, que piense y creé las bases para una verdadera transformación, como, en su momento, proponía el movimiento mural.

Lo que es innegable, es que con el Muralismo, México hizo una aportación muy importante a la Historia del Arte Universal, colocando al Muralismo dentro de las más relevantes corrientes de las Vanguardias del Siglo XX.
jueves, 12 de agosto de 2010

Noticias

Estamos preparando algunos temas nuevos por aquello del Bicentenario, también quiero poner un granito en la tan magna celebración. Por lo pronto, les comparto una entrevista que me hicieron hace unas semanas, realizada por mi gran amigo José Luis Oliva. El link es http://arte20.org/037-cuauhtzin-alejandro-rosales-ingeniero-y-musico-musico-e-ingeniero.html. Ahí está la opción para reproducir o descargar el podcast, que dura aproximadamente una hora.

Espero que les guste la entrevista y no me haya pirado mucho. El blog tendrá nuevas actualizaciones pronto.

Saludos.
sábado, 8 de mayo de 2010

Olmecas y Teotihuacanos: un acercamiento a través de su arte.

Las culturas prehispánicas se desarrollaron aproximadamente desde 1500 a. C. Estas culturas tienen elementos comunes y tradiciones que fueron evolucionando debido al sincretismo y la asimilación entre ellas. Algunas culturas tuvieron un largo proceso de desarrollo, mientras que otras llegaron a su esplendor y decadencia en relativamente poco tiempo.
Resulta imposible tratar de interpretar el arte y la intención de las culturas prehispánicas con los ojos occidentales que hemos heredado de los europeos. El concepto de la otredad sigue dando vueltas en nuestras mentes y aún se sigue viendo a las culturas prehispánicas desde lejos.
El desarrollo que alcanzaron las culturas prehispánicas es impresionante: desde lo útil hasta lo trascendente.
El punto de partida será, pues, la cultura Olmeca (del náhuatl Olli Mecatl, “habitantes del país del hule”, también conocidos como Telocenome, “la boca del tigre”), cuyo arte se ha interpretado como realizado con fines sociales y religiosos (esto es característico en casi todas las culturas mesoamericanas). Se considera que la cultura olmeca influyó en la gran mayoría de las culturas de Mesoamérica, espiritualmente.
Los rasgos raciales que plasmaron en su obra puede dar una idea de su aspecto, aunque tal vez sólo pudo haber sido la concepción de belleza que ellos pretendían demostrar. En realidad no se sabe mucho acerca de su fisonomía ni del lenguaje que hablaban. Representan básicamente rasgos negroides, idealizados con el dios jaguar, que es común denominador de la obra olmeca, sin embargo, se ha encontrado también que usaban otros animales dentro de sus representaciones zoomorfas, como el águila, el caimán, el sapo y la serpiente.image
Los artistas olmecas realizaron desde imponentes obras monumentales hasta figurillas de piedra verde con rasgos característicos aunque diferentes entre sí. Las esculturas olmecas tienen rasgos comunes y parecidos, y sin embargo muestran ya una insinuación de individualidad. Hasta la fecha sigue sorprendiendo la maestría con que realizaron la devastación de las piedras basálticas (como en las cabezas colosales) y los jades, y aún es un misterio saber qué herramientas utilizaron.

Los rostros representados, la mayoría de las veces, deformes: labios gruesos normalmente curveados, agresivos, con apariencia felina con narinas acentuadas. A pesar de la mezcla con animales, el arte olmeca es principalmente homocéntrico.

Una de las características del arte olmeca, es el uso de formas cerradas, es decir, que la pieza puede ser envuelta virtualmente en una forma geométrica, tal como un círculo o un triángulo. Otro rasgo que también sobresale y se va a heredar a otras culturas, es el uso de las narigueras. 

imageLos olmecas enterraban sus monumentos, dando una “muerte ritual” a estos, tal vez con la idea de mantener a los dioses contentos, lo cual resulta similar en Teotihuacán, donde se cree, sacrificaban” figurillas “para engañar” a los dioses.
La idea de la pirámide, la plaza, el juego de pelota, todo parte de la ciudad olmeca. En este sentido, La Venta es el prototipo de ciudad mesoamericana.


imageTeotihuacán


La escultura teotihucana, por su parte, también presenta figuras hieráticas y a veces repetitivas. Sin embargo, estos no alcanzaron la grandiosidad olmeca. Por ejemplo, la escultura de la Diosa Chalchiuhtlicue está construida sobre bloques, con una estructura geométrica y de apariencia pesada. Debido a la hendidura que presenta en la cabeza, parece evocar las obras olmecas, pero su geometría “cubista” no guarda relación con las formas de aquellos.
Teotihuacán se desarrolla a partir del 200 a. C. y alcanza su período de esplendor entre el 350 y el 650 d. C. Se creé que en esta segunda etapa fueron influenciados en gran medida por los olmecas. La cultura teotihuacana va a influir, a su vez, de manera decisiva en las que surgieron posteriormente, por ejemplo, los Toltecas y los Mexicas. Se creé que los teotihuacanos fueron de filiación nuahatlaca, aunque en realidad, como es con los olmecas, se desconoce su raza.
image En el período temprano, se encuentran estatuillas de arcilla con cierta idea de movimiento. Se piensa que tal vez pudieran haber estado vestidas con materiales perecederos. A pesar de su gracilidad, estas figurillas muestran poca expresividad en el rostro y falta de individualidad. Se aprecia también un uso predominante de las formas abiertas.
Si se comparan, por ejemplo, con la ofrenda 4 de la Venta, realizadas en jade, se encontrará una insinuación de la individualidad de cada una de las figuras. Todas hieráticas, con rasgos comunes y a la vez tan diferentes entre sí. Las figuras de arcilla de Teotihuacán, mantienen un anonimato en su personalidad. Se piensa que usaban una técnica como la que se usa para la elaboración de galletas, creando una pasta delgada y cortándola por medio de moldes. Los adornos se agregaban por pastillaje.
image Los rostros más comunes en algunas figuras de cerámica (como las articuladas, por ejemplo) son triangulares y presentan una incisión en la parte superior de la cabeza. Esto recuerda algunas hachas realizadas por los olmecas.
Los teotihuacanos aprendieron a trabajar la piedra verde. Como ya se ha mencionado, no alcanzan la perfección a la que solo los olemecas llegarían. Mientras estos trabajan la forma cerrada, las figuras de aquellos son formas abiertas. Es posible encontrar figuras humanas con orejeras y tocado removible.
Los olmecas representaron figuras de niños. Los rasgos asiáticos, las bocas curveadas, los tocados, todo esto característico de esta cultura. Los teotihuacanos representaron, en cambio, figuras masculinas y femeninas, sacerdotes, tanto en arcilla como en piedra verde. Muchas, como se ha dicho, sin rasgos de indivualidad. Imágenes como el dios Xipe, o ancianos como Huehuetéotl.
image La cerámica teotihuacana también tiene un excelente ejemplo en la fabricación de vasos y recipientes, incluso en incensarios y urnas. Algunas trabajadas con pastillaje y otras pintadas al fresco. La pintura de esta cultura es de la más elaborada, donde se intelectualizan las ideas. Una pintura abstracta llena de simbolismos, como la representación de la palabra por medio de la vírgula. Se piensa que tal vez algunas de las representaciones en los vasos describían alguna historia del personaje dibujado.
Otro rasgo en común es el uso de las máscaras. Las máscaras mortuorias olmecas muestran esa falta de individualidad de la que tanto se ha hablado. Igual que en Teotihuacán, no todas las máscaras se colocaban en el rostro. Las máscaras teotihuacanas eran más estilizadas, creadas con la técnica del pastillaje y el estuco. Algunas máscaras de Teotihuacán presentan formas cerradas. Hay investigadores que piensan que tal vez debieron estar unidas a soportes perecederos para formar grandes conjuntos que podían ser vestidos y venerados. No muestran ser ni masculinos ni femeninos, ni jóvenes ni ancianos. Otra semejanza con los olmecas es el uso de narigueras. Eso tal vez indicaba a una persona de alto rango.
Juxtlahuaca - Pinturas rupestresEn cuanto a la pintura, las primeras que se encontraron en Mesoamérica sólo se conservan en cuevas. Son parecidas al arte rupestre paleolítico de Francia aunque divergen en tamaño. Una de las pinturas de Juztlahuaca muestra lo que podría ser un hombre varón con una hembra jaguar, tal vez el origen de la raza de “hombres jaguar” tan común en la imaginería olmeca. Existe otra muy parecida, encontrada en un centro olmeca, solo que esta representa una mujer y un jaguar apareándose.
Otra de las pinturas, en Oxtotitlán, representa a un señor olmeca vestido con una indumentaria de pájaro verde. Cual si se tratara de una radiografía, es posible apreciar el rostro y los miembros. Mary Ellen Miller comenta que “si bien la paleta de colores de estas primeras pinturas era amplia, destacando los verdes y rojos brillantes, también se han encontrado pinturas en blanco y negro.”
imageEn Teotihuacán, la pintura mural representa la concepción sagrada de la ciudad. Es una pintura más abstracta, de forma lineal. No tiene perspectiva ni sombras. Los teotihuacanos pintaban al fresco, con pigmentos obtenidos de la naturaleza. Uno de los dioses más representados es el Tláloc, dios de la lluvia. Usaron colores como el azul, rojo, blanco y amarillo. Se piensa que hacia el siglo III d. C. se sustituyeron casi todos los adornos escultóricos por auténticos frescos. La paleta de colores se intensificó, acentuando las tonalidades rojo claro, y las imágenes finales recuerdan los tapices medievales o los tapetes persas.
Muchas pinturas murales tienen una dimensión didáctica y parecen instituir a quienes las observan en el modo de comportarse apropiadamente y , en especial, en el de realizar sacrificios. Algo de llamar la atención es que en algunas representan al dios Jaguar atrapado en una red.
Uno de los murales más interesantes es el Tlalocan, que representa el paraíso de Tláloc. Allí se muestra a las almas que fallecieron ahogadas o por consecuencia del agua.
Hasta aquí se ha comparado a dos culturas, disímiles y cercanas al mismo tiempo. Dos culturas que influenciaron sobremanera y en su momento histórico a casi toda Mesoamérica. Dos culturas de las que se ignora de dónde vienen y la razón de su decadencia.
Se cree que la sobreexplotación de los recursos naturales, la lluvia constante y las crisis de agua potable, aceleraron la decadencia de Teotihuacán. Se piensa también que se pudo haber roto el pacto entre gobernantes y gobernados, tal vez debido a las marcados diferencias sociales o tal vez a la devastación causada por los pueblos chichimecas.
En el caso de los olmecas se desconocen las razones que debilitaron y hundieron su cultura. No se conocen sus costumbres, y solo se puede elucubrar a partir de su arte. Otro punto común entre ambas culturas.
George L. Cowgill se pregunta, a pesar de todo lo que ya sabemos sobre Teotihuacán, qué nos resta aún por conocer, y se contesta: ¡Todo! “No hay ningún tema importante sobre Teotihuacán acerca del cual no quisiéramos saber mucho más.” Esta reflexión es válida también para los olmecas.
REFERENCIAS.

· Miller, Mary Ellen. “El Arte en Mesoamérica”. Capítulo II y IV. Ed. Destino.1999, España. Pags. 17-36 y 67-83.
Los siguientes artículos se pueden encontrar en http://www.arqueomex.com/S8N3ArtLineaEsp.html
· Klein, Cecilia F. (2004) “La Iconografía y el Arte Mesoamericano”. En Arqueología Mexicana, México, 2004, X, 55, 28-35
· Cowgill, George L. (2004) “Teotihuacán ciudad de los misterios”. En Arqueología Mexicana, México, 2004, XI, 64,20-26
· De la Fuente, Beatriz (2004) “La vejez en el arte de Mesoamérica”. En Arqueología Mexicana, México, 2004, X no. 60, 38-45.